En los últimos años, no son pocas las empresas y organizaciones que han decidido abordar la transformación digital. El proceso no se realiza de una única manera, hay diferentes formas de desarrollar la transformación digital, pero existen algunos errores comunes que es conveniente recordar para así poder evitarlos:
La consultoría tiene la solución mágica
Muchas veces cometemos el error de pensar que los consultores tienen las respuestas y soluciones a todos nuestros problemas empresariales. Primer gran error. Está claro que una buena consultoría puede ayudar, enormemente, a la hora de llevar a cabo este proceso, pero no debemos olvidar nunca que quién mejor conoce el negocio a transformar es la propia empresa. Las consultoras solo podrán ayudarnos, si nosotros tenemos claro qué queremos conseguir, dónde está la ventaja competitiva y cómo vamos a potenciar nuestro negocio.
El proyecto debe cambiar toda la empresa
Sí, pero con matices. Debemos asumir, desde el minuto uno, que una transformación digital, a gran nivel, puede ser lenta y nunca se hará de una sola vez. Si pensamos que vamos a cambiarlo todo en un par de meses, el error será de libro y la decepción aun mayor. Es importante que sea un proceso gradual en el que iremos involucrando, poco a poco, a toda la empresa. Tenemos que ser capaces de identificar pequeñas áreas de mejora, abordarlas al ritmo que más nos convenga, sin olvidar nuestra principal línea de actuación. Empezaremos con pequeños cambios y, si somos pacientes, acabaremos generando una auténtica revolución.
La transformación digital tiene un alto coste económico
Depende. Hemos dicho que no hay dos proyectos iguales y que las posibilidades de implantación son prácticamente infinitas, así pues tendremos proyectos de todos los costes. Pero hay más, si el proyecto está bien enfocado y resuelto debería revertirnos en economías de escala, mayores ventas e incremento de la productividad.
Pensad en el siguiente escenario durante unos segundos: decidimos no llevar a cabo la transformación digital, pero sí lo hace nuestra competencia directa, y lo más probable es que nos saque sin pestañear fuera del mercado. ¿Qué coste calculáis que tendría este desagradable suceso? Me atrevería a asegurar que será altísimo. En definitiva, no pongamos a la economía como excusa y busquemos un proyecto asequible.
Es un proyecto de tecnología
Es un error muy común pensar que la transformación es solo tecnológica. La realidad es que es un proceso de cambio global que afecta a muchas áreas: estrategia, prestación de servicios, nuevos canales de venta y de procesos de negocio, relación con el cliente, gestión diaria, comunicación o contratación. Y sí, claro que la tecnología va a estar presente, pero nunca será el fin. Será, únicamente, un medio más para conseguir nuestras metas.
Es imprescindible nombrar un CDO y un CTO
Está bien tenerlo, pero no lo es todo. Nombrar un Chief Digital Officer (CDO) o un Chief Tecnology Officer (CTO) da importancia al proyecto, pero si sus responsabilidades no están plenamente integradas en el negocio y entran en conflicto con otras funciones, quizás sea mejor que olvidemos la idea de tener uno en nuestras filas. Lo esencial en un proceso de transformación es que la persona que asuma estas competencias tenga capacidad para cambiar y adaptarse a las nuevas formas de actuación. Si no abrimos nuestra mente a las nuevas ideas que surgen, dará igual el cargo que ocupemos. O nos adaptamos o nos quedamos atrás.
En algunas empresas se han creado equipos de profesionales externos, también llamados “paracaidistas”, que consiguen buenos resultados a corto plazo. Pero, para conseguir resultados a largo plazo, es la empresa y el conjunto de su plantilla fija las que tienen que cambiar, no basta con contratar de forma puntual a ciertos especialistas.
Incoherencia entre digital y no digital
La experiencia de cliente no se puede trocear. Un cliente exigirá el mismo nivel de calidad y servicio por un canal digital que por uno presencial. El acceso a la información, la agilidad en el trámite o el portfolio de servicios debe ser único. Nuestros esfuerzos de transformación digital pueden quedar inútiles, si no transformamos también la experiencia en los puntos de contacto presenciales con el cliente.
La seguridad en riesgo
Éste es un concepto que sólo se valora cuando se pierde. Las presiones de tiempo o económicas no pueden condicionar la seguridad de nuestra empresa. Muchas veces, acabamos poniendo en manos de terceros, y de potenciales intrusos, información y recursos de la empresa que antes sólo manejábamos nosotros. Y es un error que podemos evitar si seguimos una medidas básicas de control. Es imprescindible que cualquier proyecto de digitalización garantice la máxima seguridad para nuestros usuarios y para la empresa.
Como conclusión final un único mensaje: no te dejes llevar por las modas, diseña tu propio proyecto, sé creativo y no desfallezcas en el intento. ¡Suerte y una sonrisa!
Juan Luis Pagés
Director de Tecnologías de la Información y la Comunicación