La mascarilla que llevamos normalmente por la calle se humedece en su interior al respirar, especialmente en invierno. Al respirar expulsamos, además de aire, vapor de agua. En invierno lo podemos ver al cambiar de estado gaseoso a líquido, formando el vaho que exhalamos. El vapor se condensa en minúsculas gotitas en apariencia de humo.
Cuando respiramos, la temperatura del aire al exhalar está sobre los 35ºC, y la cantidad de vapor que contiene es del 95 % de humedad relativa, muy cercana a la saturación.
¿Qué es la humedad relativa y la saturación?
El aire atmosférico está compuesto de aire seco y vapor de agua. La humedad relativa relaciona en porcentaje la cantidad de vapor de agua (es un gas) con la cantidad máxima que admite el aire en el que está mezclado. Esa cantidad máxima dependerá de la presión atmosférica y de la temperatura. Y tiene un límite, que llamamos estado de saturación. Si superamos esa cantidad de vapor, el exceso se condensa en las superficies más frías que encuentre.
Si consideramos fija la presión atmosférica, que dependerá de la altura a la que estemos respecto del nivel del mar, a mayor temperatura mayor capacidad de contener vapor de agua. Si la temperatura desciende, ocurre al revés. Esto sucede cuando se enfría el aire por la mañana hasta alcanzar la temperatura de rocío y aparecen las gotas sobre las hojas de las plantas al amanecer.
¿Qué ocurre entonces?
El aire de nuestra respiración está caliente y muy húmedo (unos 35ºC y 95% HR, está muy cerca de su saturación en vapor de agua). Por esta razón, al enfriarse rápidamente con el frío aire exterior (5ºC por ejemplo), alcanza muy pronto la temperatura de rocío (unos 34ºC) y no le da tiempo a condensarse fuera de nuestra mascarilla. Lo hará, por tanto, dentro de ella en mayor proporción que en verano.
¿Cómo podemos evitar esta condensación?
Únicamente sería posible si se mantiene dentro de la mascarilla una temperatura lo más parecida posible a la temperatura de exhalación. Deberíamos proteger del frío a la mascarilla con alguna prenda aislante y que nos permita respirar. Por ejemplo, una bufanda o braga polar que nos tape, además del cuello, la boca.
Y en el trabajo, ¿qué puedes hacer?
Para proteger la mascarilla necesitaríamos cubrirla con una prenda que nos permita respirar con comodidad, que no disminuya la respirabilidad. Y además, que el aislamiento térmico que nos ofrezca sea suficiente para que la temperatura en la zona de respiración de la mascarilla no baje demasiado.
En los trabajos con estrés térmico por frío debe evaluarse y elegir la vestimenta adecuada para trabajar. Estamos refiriéndonos a trabajos en cámaras frigoríficas y en el exterior con condiciones climáticas adversas. El vestuario para frío que es EPI debe cumplir dos normas: para temperaturas superiores a -5ºC la UNE EN-14058:2017 y por debajo de -5ºC la UNE EN 342:2017. Pero no verás cuellos térmicos etiquetados como EPI.
Para cubrir la mascarilla, te recomendamos que uses un accesorio para cuello o cabeza de tejido que sea aislante térmico, transpirable, que no absorba la humedad, y que garantice la respirabilidad (a mayor grosor, mayor aislamiento y peor respirabilidad, por lo que es importante). ¡Recuerda que nunca debe sustituir a la mascarilla!
Manuel Cortizas
Consultor de Prevención de Asepeyo